En otoño, justo después de los últimos días de verano, vuelve el calor en un corto periodo conocido como veranillo de San Miguel o veranillo del membrillo. Esto es porque es el momento en que este fruto silvestre de gran tamaño está en su apogeo.
El membrillo es un arbusto de la familia de las rosáceas con la peculiaridad de ser monotípica, es decir, que sólo existe este tipo de planta en esa especie (cydonia oblonga).
Su origen se haya en tierras caucásicas y Turquía. Probablemente introducido en España en tiempos de los Íberos y Celtas.
El fruto del membrillo no es agradable para comerlo en crudo. Es demasiado duro, demasiado agrio y muy astringente. No se conocen demasiadas formas de preparación de este fruto, pero es interesante ver que hay países donde se elaboran vinos de membrillo, mermeladas o, incluso, en salado, como es el caso de México, donde se come con sal, limón y chiles. Pero no sólo se come, el membrillo está presente en la elaboración de algunos perfumes por su penetrante aroma.
Antiguamente, se ponían piezas de membrillo entre los ajuares de las camas al guardarlos en los baúles y armarios, para que se mantuvieran perfumados.
Pero es, por excelencia, el dulce o carne de membrillo el procesado más conocido de este fruto, recibiendo variados nombres, según el país.
Como todo, cada cual tiene su técnica para procesar la carne de membrillo y yo te voy a enseñar una muy simple.
Ingredientes:
1 kg de membrillos que nos dará, aproximadamente 700-750 gramos de carne limpia.
750 a 1000 gramos de azúcar. La carne de membrillo industrial lleva mucha más azúcar, pero resulta muy empalagosa para algunas personas. Poniendo menos azúcar tendremos un producto más macizo y de paladar más suave.
Preparación:
Pela con cuchillo o pelador de patatas los membrillos. Elimina los extremos y todo lo que esté feo. Puede que te encuentres agujeros de bicho. No es malo, pero elimínalos. Con ayuda del cuchillo cebollero, el grandote, parte el membrillo en dos o cuatro trozos y elimina los corazones y todo lo que te parezca excesivamente duro y basto.
Corta en láminas la carne de membrillo y colócala en una cazuela. Añade el azúcar, remueve y deja que repose por un par de horas. (¿alguien ha dicho que enciendas el fuego? ¡deja el fuego apagado!)
Cuando vaya pasando el tiempo veras como la fruta se va oxidando y el azúcar se va deshaciendo. Pasado ese tiempo tendrás un almíbar en frío. Ahora si, enciende el fuego a media fuerza, que se vaya calentando poco a poco. Remueve de vez en cuando y deja que cueza suavemente durante una hora o más, esto va a depender de lo oscuro que quieras el resultado. A más tiempo, más se caramelizará el azúcar y se enrojecerá el membrillo. Si quieres que te quede más blando, puedes añadir un vaso de agua antes de empezar a cocer.
Pon todo en el vaso de la batidora y muele hasta que quede una crema fina. Antes de que se enfríe, vierte el producto en el molde que vayas a usar, una fiambrera de plástico, un molde de silicona, etc. Una vez frío, se endurecerá y tendrás tu dulce de membrillo listo para desmoldar y comer.
Tadicionalmente se acompaña de queso fresco, tipo Burgos, nueces, quesos curados, o sólo.
No abuses de su consumo, es muy astringente y con muchas calorías.
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