Queimada gallega

Desde pequeño he creído, como tanta gente, que la queimada era un ritual celta heredado de culturas ancestrales. Nos hablan de miles de años, algo imposible cuando son los alquimistas árabes quienes en el siglo XII d.c. introducen su invento, el alambique, en la península ibérica y se empieza a destilar alcohol.
Según los historiadores, es en el siglo XV cuando alcanza popularidad esta forma de conseguir bebidas con alta graduación, pócimas alcoholicas de las que se pensaba que curaban los males del alma y el cuerpo, sobre todo los catarros infantiles y otras enfermedades pulmonares.
Es en esa época cuando llega a Galicia, donde pocos celtas quedan después del paso de los romanos, los visigodos, la Iglesia Católica genocida y destructora de culturas...
Por tanto nos tropezamos con una incoherencia mitológica.
Pero esta bebida, que se afirma celta, tiene más incoherencias históricas. En sus ingredientes tenemos el azúcar, producto que llega también de manos de los árabes, si hablamos del azúcar de caña, porque la remolacha azucarera es muy posterior.
Más incoherencias: 7 granos de café en representación de las 7 naciones celtas.
El café procede de Etiopía, de Abisinia, es decir, que, probablemente, también fueron los árabes quienes introdujeron esta semilla en la península ibérica.
Lo único que queda que pudiera ser conocido por los celtas antiguos es el limón. Esta planta es de origen asiático y los celtas eran tribus indoeuropeas. Ya era conocido de romanos y griegos, pero después de visto lo visto, el limón o cualquier otra fruta, es un aromatizante accidental que tampoco tiene que ver con la cultura celta.
Como esto me llamó la atención seguí curioseando y no es, según datos, hasta mediados del siglo XX que los gallegos emigrados comienzan a popularizar el chupito (la caña) de aguardiente después de las comidas o en fiestas, normalmente sin quemar. Quizá para bajar la graduación o para que los aditivos de aromas puestos en el momento se mezclasen, se empezó a quemar y, aunque las meigas no existen, pero haberlas hailas, se comenzaron a recitar conjuros purificadores como divertimento, aprovechando el fuego. Pon un gallego al lado de una hoguera y tendrás un aquelarre.
Fue un alfarero llamado Tito Freire quien en 1955 creó la pota de la queimada, una especie de ensaladera con patas que, acompañada de un cazo (fol) también de barro cocido, se empezó a usar para preparar este brebaje de aguardiente y azúcar.
En cuanto al Conxuro, cada familia creaba el suyo propio. Los hay, incluso que hablan de la heroína María Pita (María Mayor Fernández de Cámara y Pita (Sigrás, 1565 – 1643)), en fin, para todos los gustos. Pero es en 1967 cuando el vigués Mariano Marcos Abalo escribe el hoy tradicional Conxuro que todos conocemos. Aunque no era como hoy lo conocemos, sino con unos versos menos.

En 1974 le añade las menciones al "Averno de Satán e Belcebú" y, como se lo pedían tanto, empezó a hacer su representación druídica de la Queimada en la discoteca Fausto, de Vigo.
Algún espabilado de una imprenta de la ciudad, viendo la demanda y el éxito del "poema" empezó a tirar copias del Conxuro sin permiso, luego pagando una peseta por ejemplar vendido.
El éxito fue tal que muchas empresas empezaron a hacer, sin permiso ninguno de su autor, copias, carteles, posters, imitaciones de pliegos antiguos... Lo que, probablemente contribuyó a la creencia popular de su antigüedad milenaria y de su anonimato.
En el año 2001... como veis, es muy reciente, el propio Abalo registró la propiedad intelectual del Conxuro. Así que, cuando hagas queimada, procura que la SGAE no ande cerca.

Dado que es una celebración con fuego y, como digo, gallegos+fuego=aquelarre, se ha popularizado en las celebraciones de la noche del solsticio, Litha para los antiguos Celtas, Sol Stitium (sol quieto) para los romanos, siempre rodeada de hogueras en las que casi todas las culturas paganas bailan y queman los malos augurios. Esa noche mágica que fijamos en la noche de San Juan, no es exacta. Lo correcto, el momento del solsticio, es la noche de luna llena que no cae siempre el 24 de junio. Unas veces es antes y otras después. Lo que no falla es que se levanta viento, por lo menos en la zona donde vivo. Siempre, se levanta viento al preparar la queimada. ¿serán as meigas? Habelas hailas.

A pesar de lo reciente de este invento, se difunde la mitología, para la que nunca es tarde diciendo la "milenaria tradición" que la queimada es una pócima pagana, mezcla de medicina y magia, con la que se curan los males del alma, esos males que los gallegos llaman "meigallo", otros llaman mal de ojo, depresión, etc, es también un brebaje que usamos para espantar los malos espíritus o, para atraer a los buenos y grandes espíritus de entre las llamas para que nos acompañen en el duro peregrinar por este laberinto de dudas que es la propia vida.

En las culturas celtas, las llamadas culturas castreñas, desconocían la escritura y nos dejaron su herencia esculpida en la piedra, en los petroglifos abundan los símbolos espirales y sobre todos ellos destaca uno, p llamado TRISQUEL, es una especie de cruz con tres cabezas. Son muchas sus interpretaciones, pero la más común y extendida es que representa los tres elementos básicos de la vida del hombre: LA TIERRA, EL AGUA Y EL FUEGO. Estos elementos y algunos más se simbolizan en la queimada.

LA TIERRA: simbolizada en la queimadeira o pote de barro, esa tierra origen y destino del ser humano, está presente en todas las culturas; La Tierra simbolizada en las diosas madres, Gea, Isthar o Pachamama o como leemos en el génesis del mito judéo-cristiano: "El sexto día cogió un trozo de barro y con un soplo hizo al hombre a su imagen y semejanza"...

EL AGUA: cada gota de aguardiente, es una lágrima de la madre Tierra germinada en forma de granos de uva, sangre fecunda que se fundirá en nuestro cuerpo a través de la pócima, uniéndonos a la tierra de nuestros ancestros, a nuestra historia.

EL FUEGO: Que danzará libre en el barro prendido en aguardiente nos servirá, como antaño, para purificarnos, alumbrarnos y calentarnos.

A esos tres elementos básicos de la naturaleza, se le han añadido otros elementos, los frutos que el ser humano, con sus manos, ha sabido arrancar a la Tierra. Lo tradicional es poner café en la receta y unas cortezas de limón, aunque se puede aromatizar con cualquier fruta.
En el caso del café se añaden siete granos en recuerdo de las siete naciones celtas.
Como ves, a pesar de ser un invento relativamente moderno, la puesta en escena está cuidada para dar la sensación de algo ancestral y mágico.
Cuando se hace con cierta habilidad, se pueden crear cascadas de fuego, remolinos ardientes en el aire con el vertido del aguardiente en llamas desde el fol.
Precauciones a tener en cuenta: principalmente no hacerlo sobre manteles de papel y tener cerca un paño húmedo por si prendemos algo, incluso un extintor.

Ingredientes:
El aguardiente, el ingrediente más importante, debe ser casero, artesanal. Aguardiente de verdad, de altísima graduación, en torno a 70% de volumen alcohólico. De ese que a la UE no le gusta y no nos autorizan a comercializarlo. Lo que encuentres en tiendas no tendrá más de 40% de alcohol y te costará que arda. En muchas aldeas españolas lo encontrarás de muy buena calidad. Algunos ya aromatizados con higos, cerezas u otras frutas o hierbas. Para 8 a 10 chupitos, necesitarás 1 litro. Mengua bastante, te quedará la mitad más o menos.

120 gramos de azúcar 
7 granos de café
1 corteza de limón

Preparación:


En una queimadeira, que es un pote grande de barro con patas, especial para estos menesteres, vierte el aguardiente. En el fol, que es un cazo, que suele ser de barro con el mango largo y apartado de la vertical, pon el azúcar. Sumerge con cuidado el cazo en el aguardiente sin verter el azúcar, para que se moje bien. 
Sácalo y prende fuego con ayuda de un encendedor de gas. Las clásicas cerillas son muy tóxicas. Deja que se queme ligeramente el azúcar y arrima el cazo ardiendo al resto del aguardiente. Con precaución, ve removiendo para deshacer el azúcar y avivar el fuego. Agrega los granos de café y el limón. Comienza a recitar "O Conxuro". Cuando tengas cierta habilidad podrás ir levantando el cazo ardiendo y haciendo un poco de espectáculo, que a tus invitados les encantará.
Remueve hasta que acabes el conjuro. Deja, con solemnidad, el cazo fuera de la queimadeira y deja que arda hasta que las llamas solo sean un cerco alrededor. No se debe apagar, sino servir caliente. Es normal que al pocillo o vaso, también de barro, vaya aguardiente ardiendo, pero se apagará enseguida. No lo apagues soplando, porque corres el riesgo de salpicar gotas de fuego y liarla parda.
Se toma caliente, aunque si guarda lo que sobre en una frasca de cristal, tendrás unos ricos chupitos para invitar o para flambear algún plato.

O Conxuro:

Mouchos, coruxas, sapos e bruxas.
Demos, trasgos e diaños,
espritos das nevoadas veigas.
Corvos, pintigas e meigas,
feitizos das menciñeiras.
Podres cañotas furadas,
fogar dos vermes e alimañas.
Lume das Santas Compañas.

Mal de ollo, negros meigallos,
cheiro dos mortos, tronos e raios.
Ouveo do can, pregón da morte;
fuciño do sátiro e pé do coello.
Pecadora lingua da muller casada cun home vello.

Averno de Satán e Belcebú,
lume dos cadavres ardentes,
corpos mutilados dos indecentes,
peidos dos infernales cus,
muxido da mar embravescida.

Barriga inútil da muller solteira,
falar dos gatos que andan á xaneira,
guedella porca da cabra mal parida.

Con este fol, levantarei as chamas 
deste lume que asemella ó do inferno
e fuxirán as bruxas a cabalo das súas escobas,
índose bañar na praia das areas gordas.

¡Oíde!¡Oíde os ruxidos que dan as que non poden deixar de queimarse no augoardente 
quedando así purificadas!.

E cando este brebaxe baixe polas nosas gorxas, 
quedaremos libres dos males da nosa alma e de todo embruxamento.

Forzas do Ar, Terra, Mar e Lume,
a vós fago esta chamada:
Si é verdade que tedes máis poder que a humana xente, aquí e agora, facede que os espritos dos amigos que estean fóra, participen con nós desta queimada.

Brindis: ¡¡Meigas Fora!!

Traduccion al castellano:
Búhos, lechuzas, sapos y brujas.
Demonios, trasgos y diablos,
espíritus de los nebulosos valles.
Cuervos, salamandras y hechiceras:
hechizos de las curanderas.
Podridos tallos agujereados,
hogar de los gusanos y alimañas.
Fuego de las Santas Compañas,
mal de ojo, negros hechizos,
olor de los muertos, truenos y rayos.
Aullido del perro, pregón de la muerte;
hocico del sátiro y pie del conejo.
Pecadora lengua de la mala mujer casada con un hombre viejo.

Infierno de Satán y Belcebú,
fuego de los cadáveres ardientes,
cuerpos mutilados de los indecentes,
pedos de los infernales culos,
mugido de la mar embravecida.
Vientre inútil de la mujer soltera,
maullar de los gatos que andan en celo,
greña sucia de la cabra mal parida.

Con este cazo levantaré las llamas de este fuego que se asemeja al del infierno,
y huirán las brujas a caballo de sus escobas,
yéndose a bañar en la playa de las arenas gordas.

¡Oíd!, ¡oíd los rugidos que dan las que no pueden dejar de quemarse en el aguardiente quedando así purificadas!
Y cuando este brebaje baje por nuestras gargantas,
quedaremos libres de los males de nuestra alma y de todo embrujo.
Fuerzas del aire, tierra, mar y fuego, a vosotros hago esta llamada:
si es verdad que tenéis más poder que la humana gente, aquí y ahora,
haced que los espíritus de los amigos que están fuera, participen con nosotros de esta Queimada.

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