Sangrecillas encebolladas con patatas

La sangre de los animales tiene un contenido altísimo en hierro, principalmente. Por tanto está muy indicado su consumo para personas propensas a la anemia o que la padezcan. Productos como la morcilla de sangre, mondongo, morcilla de arroz, morcilla de Burgos... o directamente la sangre de pollo, que la encontramos procesada ya para cocinarla, son muy interesantes en la cocina.
Por cuestiones sanitarias (hay quien las considera absurdas), ya no encontramos sangre de cerdo o de cordero, que en la cocina más tradicional se utilizaba en varios platos. Pero la sangre de pollo nos da buen resultado para el plato que tenemos entre manos.
Encontramos la sangre de pollo cocida en bloques de medio kilo en carnicerías y supermercados, por lo que vamos a elaborar la receta partiendo de esta cantidad.


Ingredientes:

500 g sangre de pollo
1 cebolla grande
1 vaso de vino blanco
Aceite de oliva virgen extra Gata-Hurdes
6 dientes de ajo de Aceuchal
Sal
Pimienta
Comino
Guindilla de cayena (opcional)
2 patatas

Preparación:

Corta la sangre en dados de dos cm.
Pela la cebolla y córtala en Juliana.
Corta los ajos en láminas finas,
Pon aceite en una sartén y pocha la cebolla y los ajos; cuando la cebolla esté transparente añade la sangre, removiendo con cuidado mientras se cocina, la sangre es muy delicada y se puede deshacer.
Saltea durante tres o cuatro minutos, y añade el vino blanco. Agrega en este momento la cayena si la vas a poner.
Deja que cueza durante 10 minutos hasta que reduzca y quede una salsa suave.
Adereza con sal, pimienta y comino, probando hasta que te guste el sabor.
Aparte, corta las patatas en dados y fríelas hasta que estén doradas. Añádelas como guarnición, o mezcladas con las sangrecillas y sirve muy caliente.

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