El baño maría ¿Quién es esa María?

Siempre hemos oído hablar del baño maría, pero ¿Cuántas personas se habrán preguntado quién es María? ¿la del portal de Belén?¿La vecina de Juan?
Pues no sé si su vecino se llamaría Juan, no creo, puede que Hassan o Hammed o Hakim...
Esa tal María vivió entre el siglo I y el siglo III de nuestra Era. Aunque nacida en Egipto, según se cree, vivió y

desarrolló sus investigaciones científicas en Alejandría y se la conoce como Miriam o María la ebrea, María la judía o María la alquimista. Era científica en una época en la que la mujer no era condenada a la hoguera por brujería al ser alquimista. Muy al contrario, María era muy valorada en la sociedad científica de la época. La pena es que sus tratados se destruyeron en uno de los más atroces ataques que sufrió la biblioteca de Alejandría y el resto de joyas escritas, por la incultura de los cristianos fanáticos que arrasaron la ciudad de la ciencia y la cultura, persiguiendo a Hypatia y otras científicas y sus escritos. Si que se transmitió su conocimiento a posteriores generaciones de alquimistas, que utilizaron sus artilugios y técnicas de elaboración en sus preparaciones.
Con los siglos, muchos de estos artilugios pasaron a la gastronomía y la elaboración de bebidas, como el caso del Baño María o lo que posteriormente sería el alambique y otros han seguido utilizándose y modernizándose en los laboratorios farmacéuticos.
Pero me voy a centrar en el famoso baño.
Como casi todos los inventos, fue fruto de la necesidad, desarrollado mediante ensayo y error. La fuente de calor, única de la época, era el fuego y las brasas. Debido a esto, todo recipiente se colocaba sobre ese tipo de fuente de calor, que, por pequeño que fuera (desde una lamparilla a una hoguera), transmitía más intensidad de calor en la base del recipiente que en las capas superiores. Esto hacía que ciertos elementos no dieran el resultado esperado, ya que se calentaban más por una parte que por otra. A parte de lo dificultoso de regular una temperatura constante.
Era preciso poder "cocinar a baja temperatura" y de forma homogénea algunas preparaciones, para lo que María construyó el kerotakis.

El kerotakis era la paleta triangular que usaban los artistas para mantener calientes sus mezclas de cera y pigmentos. María usó la misma paleta para ablandar metales e impregnarlos de color. Kerotakis llegó a ser el nombre de todo su aparato de reflujo, que consistía en una esfera o en un cilindro con una tapa hemisférica colocado sobre el fuego. Las soluciones de azufre, mercurio o sulfuro de arsénico se calentaban en un recipiente colocado cerca del fondo. Cerca de la parte superior del cilindro, suspendida de la cubierta, iba la paleta con la aleación de cobre y plomo (o de otros metales) que se iba a tratar. Al hervir el azufre o el mercurio, el vapor se condensaba en la parte superior del cilindro y el líquido volvía a caer, dando así un reflujo continuo. Los vapores de azufre o el condensado atacaban la aleación de metal, dando un sulfuro negro (“negro de María”) que se suponía representaba la primera etapa de la transmutación. Las impurezas se recogían en un tamiz mientras que los residuos (el sulfuro negro) volvían hacia la parte inferior. El calentamiento prolongado llegaba a dar una aleación parecida al oro, dependiendo el producto de los compuestos de metales y mercurio o de azufre empleados. El kerotakis también se usaba para la extracción de aceites de plantas, como el aceite esencial de rosas.​
Del kerotakis deriva otra idea suya mucho más sencilla: el baño María, que es una innovación técnica derivada de toda esta erudición. Consiste en calentar una materia de manera indirecta y regulada. Se trata de un recipiente lleno de arena y cenizas que, al ser calentado al fuego, mantenía la temperatura uniforme en todo el recipiente.
Dentro de ésta arena, metía otro recipiente con agua, en la que elaboraba sus preparaciones, incluso pudiendo meter en ese agua otro recipiente más, en el que calentar elementos secos.
Este invento fue adaptado con los siglos, a nuevas fuentes de calor, nuevos recipientes, llegando a hoy día en el que podemos encontrar aparatos de baño maría eléctricos con una regulación muy precisa de la temperatura.
De María sabemos gracias a que en el siglo IV, Zósimo de Panópolis, recuperó parte de los tratados de María, junto con otros fragmentos de otros científicos de la época.

Como os contaba, también inventó un artilugio consistente en una marmita de la que salían tres caños por el que pasaba vapor que se condensaba en unos serpentines, el tribikos, que los árabes adaptaron siglos después dando fruto al alambique.

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